Estas intervenciones tienen en común tanto su cercanía física como el uso de lemas tipo eslogan desde sus orígenes. Pero no son únicas ni son las últimas que tenemos. Recientemente se ha fallado el concurso para la rehabilitación de dos naves del Matadero de Legazpi, con otro lema-eslogan: 'hilo conductor'. En su construcción y distribución (móvil) se utiliza: ¡el hilo! Aunque, con el cambio de escala, serán maromas conductoras. En los paneles del anteproyecto, aún no se aprecia desarrollo o solución al programa propuesto en las bases, tan sólo se muestra una intencionada continuidad con el espíritu de lo ya construido (y con gran éxito) en otras salas de esta fábrica de cultura.
Pero este problema no es original de Madrid, disponemos por ejemplo, de las frutas de Aragón en la Expo de Zaragoza, y en el extranjero, recordemos que los más grandes trabajan en Dubai, ciudad sin parangón en la búsqueda de iconos, de arquitectura adherida a tópicos. Y ¿qué es el estadio-nido de los Juegos chinos? En fin, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? O lo que es más importante, ¿tenía la gallina forma de huevo?
En la apología de la arquitectura adhesiva, el edificio es el mejor eslogan, algo sencillo y fácil de memorizar. Un método de recordar sin necesidad de haber vivido, geometrías asociadas a recuerdos previos, a formas preconcebidas. Su forma no se genera al proyectar, es previa. Su resultado no proviene de la búsqueda de sensaciones, ni de la confrontación de ideas ni de complicados funcionamientos, ritmos, estructuras o decisiones más o menos acertadas. Huye de cualquier investigación, en su forma, en su espacio. Le resulta incómoda, innecesaria y extravagante. Los proyectos son pegatinas de la ciudad. Pero ¿qué publicitan? Obviando los manidos tópicos del poder económico, el capital y otras zarandajas, creo que a esto se le llama auto publicidad.
Estamos ante una maquinaria perfecta. Una rueda que gana y convence, pero ¿genera buenos proyectos? Vale. (de SOITU)
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