Estación de Casteldefells, pasadas las 23.30 horas un grupo de personas cruza por la vía. Doce mueren arrolladas por un tren de alta velocidad que pasaba por la estación. Catorce resultan heridas.
La escena es dantesca: cuerpos desmembrados, sangre, llantos... Y a pocos metros alguien graba con su móvil la tragedia. No se inmuta, sólo graba, locuta lo que ocurre y pasa de ser espectador a ser informador. Después lo subirá en Youtube o se lo venderá a un medio. Mientras unos ayudan a las víctimas, otros lloran u otros corren, hay alguien que se ha convertido en 'periodista'.
La accesibilidad a nuevas y mejores tecnologías, una sociedad cada vez más mediatizada, la falta de respuestas emocionales o la escasez de responsabilidad son algunas de las explicaciones a este fenómeno que, tras el accidente de Castelldefels, volvió a surgir, pero que lleva ya bastante tiempo implantado en la sociedad.
La pregunta es ¿por qué alguien graba con su móvil una pelea, una catástrofe, un accidente...? ¿De dónde procede esa reacción? ¿Quién es el culpable? Para algunos expertos es un mecanismo de defensa, para otros se trata de lograr dos minutos de gloria en los medios de comunicación. ¿Quién tiene razón? y ¿es lícito culpar a los 'mass media'?
Anestesiados por el 'shock'
"Sucede especialmente con los jóvenes que en situaciones de caos te ves un poco fuera de la situación cuando no eres una de las víctimas y esto permite que se distancien y que se conviertan en un 'voyeur'", explica Paulino Castells, psiquiatra especializado en infancia y familia.
Castells defiende esta actitud afirmando que se trata de un "mecanismo de defensa", un tipo de "estrés postraumático". "Puede haber una cierta anestesia emocional. Te quedas anestesiado por el 'shock'", añade.
Sin embargo, es difícil de creer cuando entras en Youtube, pones la palabra paliza, terremoto o toros y la mayoría de los vídeos que aparecen son grabaciones de particulares que como trípodes que sostienen una cámara ocultan sus sentimientos para convertirse en simples reproductores de un hecho.
"El mármol no conduce el calor ni la electricidad", afirma José Luis Pedreira, presidente de la sección de psiquiatría infantil de la Asociación Española de Psiquiatría. ¿A qué se refiere? ¿A la frialdad de determinados individuos, a la falta de sentimientos, de empatía...? Para Pedreira se trata de "rasgos de carácter". "Cuando el 11-M hubo gente que ayudó a los heridos otros salieron corriendo, la reacción depende de cada persona", asegura.
Pero, para este psiquiatra hechos como el de Castelldefels, ponen de manifiesto que "ahora está de moda" grabar y publicar. "Y si lo que ha grabado se lo vende a Interviú y se gana unas pelas. La gente está a un nivel en el que no hay respuestas emocionales, y en donde sólo buscan sus dos minutos de gloria", sentencia. Aún así este experto prefiere no dar importancia a este tipo de conductas.
La responsabilidad de los medios
Y es aquí donde aparecen los medios de comunicación y su responsabilidad con el lector y/o espectador. De hecho, incluso especialistas que consideran estas reacciones como mecanismos de defensa, aseguran que en algunos casos "el mundo mediatizado en el que vivimos" también es una consecuencia que incita a este tipo de actitudes.
"Todo el mundo es partícipe de narrar un suceso, lo ve continuamente en los medios de comunicación. El rol locutor lo puede adquirir cualquiera (...) Hay un cierto afán de protagonismo", afirma Castells.
Ahora bien, las nuevas tecnologías -la mayoría de las grabaciones se realizan con móviles-, la inmediatez que los medios han adquirido gracias a los medios digitales, el surgir de las redes sociales, la web 2.0, etc. han abierto un agrio debate sobre la responsabilidad de los medios de comunicación.
"Hay que educar en la responsabilidad, unir libertad y responsabilidad", explica Tiscar Lara, vicedecana de Cultura Digital de la Escuela de Organización Industrial EOI. Está claro que el avance de las nuevas tecnologías permite llevar en el bolsillo un potencial con el que se puede contar lo que sucede, pero siempre estableciendo unos límites.
"No se trata de represión, ni de censura, se trata de aprender a ser un ciudadano digital", añade Lara. Esta experta no está de acuerdo con que se culpabilice a los medios de este tipo de actitudes, aunque sí que es consciente que hay que educar y que todos "tenemos una responsabilidad".
"Hay que educar en la escuela, en casa, en los medios. Hay que generar esa responsabilidad. Hacer ver que no por tener un móvil y poder subir a la red lo que grabes se puede perder el respeto y la responsabilidad por las personas", afirma, a la vez que opina que este tipo de debates no se deberían dar solo cuando ocurre una tragedia y surge la grabación de algún vecino o de un testigo, sino que "deben estar presentes constanmente".
Educación, formación, mecanismos de la mente, falta de conciencia, frialdad, irresponsabilidad... Los sucesos se han convertido en un enganche para muchas personas. Personas que, como en Castelldefels, prefieren coger un móvil y grabar, que llorar, ayudar o salir corriendo. Una actitud cada día más presente.
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